Mi día más melancólico

(Painting/"My Most Melancholic Day"/Gwynne Duncan)

Mi día más melancólico

Rin, rin era como sonoba mi teléfono aquella mañana soleada que, a pesar de ello, se lograba sentir un aire fresco. Apagando mi celular me dispuse a vestirme para ir a estudiar. Como un día común y corriente, pero con la diferencia de que en ese momento sentía un mar de emociones: tristeza, miedo, alegría, ira, frustración, entre otras más.

Uniformado ya con mi camisa blanca con su logo de pantera en el corazón, mis pantalones celestes y, claro, no pueden faltar mis zapatos negros, di comienzo a mi camino hacia mi centro educativo. Llegando a El Liceo (que es donde yo estudiaba) noté un ambiente normal y tranquilo: la niña Ani (que era la mujer que nos vendía pupusas dentro de El Liceo) empezando a cocinar las deliciosas pupusas que inundaban el ambiente con su olor; el guardia revisando que todos llevasen puesto el uniforme; y yo caminando hacia mi aula de clases.

Entrando a mi salón de clase noté como algunos hablaban del partido de fútbol de ayer, otros copiando la tarea, y mi mejor amigo enfrente de mí, diciéndome:

—Así que esta noche es, ¿no?

Asintiendo la cabeza le respondí.

Él, respondiéndome con una palmada en la espalda me dijo:

—Ánimo. Ten la cabeza en alto que tú eres un chico capaz de realizar cualquier cosa, hasta lograrás llegar más alto de lo que aquí puedes lograr. Además, estarás con tus papás y verás que lograrás realizar tu sueño.

A lo cual yo le respondí con una sonrisa y diciendo:

—Sí, tienes razón, pero lo que me entristece es que ya no los veré a ustedes.

—No te preocupes, yo estaré aquí esperándote. Solo sé grande para que así no me dé pena decir que tú eres mi amigo —me respondió con humor.

—Ja, ja, ja, sí, lo intentaré —respondí riéndome.

Dicho lo anterior, dirijo la mirada a la puerta y me doy cuenta que acaba de llegar mi mejor amiga, pero luego me doy cuenta que no fui el único ya que mi amigo me dice:

—Bueno, me voy. Iré a terminar una tarea —avisándome con seriedad.

—OK, nos vemos luego —le respondí con media sonrisa, sabiendo que ellos dos son como el blanco y el negro, o como el agua y el aceite, ya que ellos tenían puntos de vista muy diferentes.

Volteo hacia ella con una sonrisa a la cual ella me responde con un abrazo y me dice con voz suave:

—No quiero que te vayas. Me harás mucha falta. Después de todo, tú cambiaste mi vida.

—Sí, tú también significas mundos para mí —respondí con tristeza.

Luego de eso, tocaron la campana para dar el inicio a las clases. El resto del día surgió como cualquier otro día ya que en ese momento mis mejores amigos eran los únicos que sabían de mi partida a los Estados Unidos. La razón de ello fue que a mi familia no le gusta el drama por parte de otras personas.

Esa noche, atemorizado y triste, entendí que debía hacer algo. ¿Por qué las personas inmigran a otro país? me pregunté con desanimo. Preguntándome a mí mismo también, ¿Qué puedo hacer para cambiar este país? ¿Hay algo más fuera de aquí? ¿Qué tan lejos podré llegar fuera de aquí? Con melancolía pensé que todas estas preguntas las lograría responder si lograba llegar hasta los Estados Unidos y con la esperanza de encontrar una solución.

Me levanté de mi cama ansioso y aún con temor. Abrí la puerta a una nueva percepción del mundo real. En otras palabras, exploté mi burbuja de confort.

 


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