Tuve que aprender algo diferente

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(Painting/"I Had To Learn Something Different"/Gwynne Duncan)

Al leer las historias de los nuevos escritores de preparatoria recién llegados no podemos evitar notar cuánto mencionan lo que tienen que aprender y la frecuencia con que usan la palabra humilde. Celebramos no tan solo a estos estudiantes, sino también a las escuelas que los ha recibido y les ha permitido reflexionar sobre sus experiencias para aprender más. Celebramos en particular a la maestra de ENL Dafny Irizarry, fundadora y directora de la Asociación de Maestros Latinos de Long Island, quien empezó nuestro proyecto de escritura con estudiantes recién llegados en Central Islip High School.

Siempre pensé que la vida era perfecta, pero el día en que mi madre se marchó de la casa para emigrar a los Estados Unidos tuve que aprender algo diferente.

A mis cortos seis años de edad, aprendí que la vida era dura, aprendí que la vida cuesta. Para mis dos hermanos y yo fue aún más difícil porque nuestro padre tenía un vicio. El vicio de mi padre era el alcohol. Él se emborrachaba muy seguido y a mis hermanos y a mí nos dejaba solos, sin nadie a nuestro lado para cuidar de nosotros.

Cuando mi madre se marchó, él pasó unos días sin tomar, pero cuando se dio cuenta de cuánto ella le hacía falta comenzó de nuevo. Ellos habían hablado acerca del vicio de mi padre antes de que ella se marchara. Ella le dijo que tenía que dejar de tomar porque tenía que cuidar de nosotros. Mi madre esperaba ver con hechos la promesa que mi padre le hiciera de no emborracharse más. Pero esa promesa nunca llegó.

Al cabo de unas semanas, mi madre se comunicó con nosotros por primera vez desde que se había ido. Mi padre, mis hermanos y yo estábamos muy felices con su llamada. Después, cuando ella comenzó a trabajar, comenzó a mandarnos dinero. Mi padre nos compraba algo pequeño con éste y cuando le sobraba se iba a la cantina y se gastaba el resto del dinero en alcohol. Así pasaron días, semanas y meses: mi madre mandando dinero y mi padre gastándolo en alcohol.

Un día, mi madre se cansó de esto y quiso ponerle fin a esta situación. Así que pensando las cosas mejor, decidió mandarle el dinero a mi tía y así mi padre ya no tendría cómo solventar su vicio. Cuando mi padre se enteró que era mi tía la que recibiría el dinero, llegó al punto de prohibirnos la comunicación con mi mamá. Cuando por casualidad permitía que habláramos con ella, lo hacía poniendo el teléfono en altavoz para escuchar toda la conversación y así saber si le decíamos a mi mamá que él seguía tomando y que llegaba a la casa, borracho, con sus amigos tomados también; ó que nos dejaba solos y sin cuidado alguno.

Muchas veces no llegaba a dormir. No lo veíamos por días y tampoco sabíamos dónde estaba. Yo tenía que salir a buscar algo de comer porque en casa no había nada. Gracias a Dios, los vecinos nos daban comida.

El tiempo pasó y todo siguió igual por once años. Durante este tiempo uno aprende a vivir sin amor y se acostumbra al sufrimiento. Yo tuve que criar a mi hermano de un año y medio de edad y a mi hermana de tres años. Me sentía tan abrumada con todo el trabajo y las responsabilidades que descuidé mis estudios y fue así que reprobé dos años.

Años después…

Mientras viajaba de El Salvador hacia los Estados Unidos, tenía mucho miedo porque viajábamos sin un adulto a cargo de nosotros. Gracias a Dios, nada malo sucedió en mi camino hasta aquí. Antes, sí sucedieron muchas cosas peligrosas, terribles, para que yo pudiera tener la oportunidad de estar aquí con mi familia.

Cuando llegué a los Estados Unidos, en abril del 2014, tenía 16 años. Dos días después, ya estaba inscrita en la escuela secundaria de Central Islip. Fue difícil adaptarme, pero poco a poco me he ido acostumbrando. Todo era tan extraño, tan diferente de todo lo que había conocido hasta entonces. Me sentí como si fuera otra persona la que estaba viviendo todo esto y no yo.

Pasar por todas estas experiencias me ha vuelto una persona más fuerte, pero más humilde también.

Quiero darle mi 100% a la escuela y aprovechar la oportunidad que tengo de estar aquí. Todas estas experiencias me han ayudado a ser independiente, responsable. Me han ayudado a desarrollar la ética necesaria para alcanzar mi meta de ir a la universidad y poder, un día, graduarme.


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