Stories For Liberation: Baby Girl

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1991
Helen Dorado Alessi

 La Bebe
Por Helen Dorado Alessi

La gente usa la palabra “abrumador” todo el tiempo pero esto es completamente otro tipo de abrumador. ¿Dónde y cómo empiezo a ayudar a esta familia con el corazón roto? ¿Cómo lo tomo lento y les doy el tiempo y el espacio para honrar la pequeña alma perdida? ¿Quién se hará cargo para ayudar con todos los gastos de esto? Y después, ¿cómo averiguo lo que sucedió de verdad, por qué sucedió, y cerciorarme de que NUNCA vuelva a ocurrirle a otra mujer inmigrante o madre-en-espera? ¡Esto de seguro no termina aquí!

Estoy completamente abrumada. La bella familia parada frente a mí está en plena crisis y pienso que es, no, sé que es la historia más triste y más injusta que he sentido.

–Sra. Helen, ¿me puede llevar a buscar a Stefani?

Antes de yo poder reaccionar, agrega:

–No la puedo dejar allá mucho más tiempo. Me está llamando…

–Sí, Evelyn, vamos a la funeraria a recoger a tu niña.

Conforme nos subimos al carro, siento la pesadez fría emanando del cuerpo de Evelyn. Puedo ver que ni siquiera está tratando de cuidarse a sí misma, pero ¿quién la puede culpar? Sé que su mamá y su hermana están muy preocupadas por ella. Ella me dice que está mucho más que deprimida y que solo quiere que pare el dolor.

–Pero, Sra. Helen, no se lo diga a mi mamá.

Me empieza a decir que todos le dicen que salga, que salga de su cuartito donde ha pegado todos los ultrasonidos de Stefani en la pared junto a su cama, que camine al borde del mar. Pero tiene miedo de caminar al borde del mar, puedo ver el terror en sus ojos. Me esfuerzo por hacer plática amena, pero ¿cómo puedo ser tan cruel? Le digo:

–Evelyn, díme más.

Dice que sus sueños están llenos de querer cargar a su bebé, y que merito cuando alguien está a punto de ponérsela en sus brazos, se la arrebatan. No puede dejar de llorar, un llanto profundo e incontrolable. Le digo,

–Sigue…

Me dice que no puede mirar a sus otros dos hijos sin ver a la pequeña Stefani parada junto a ellos, la más chiquita. Que tiene visiones de ella corriendo por la casa, feliz y libre. No creo que ninguna de las dos pueda aguantar mucho más de esto.

Llegamos al estacionamiento de la funeraria, y me siento agradecida. Los dueños de la funeraria han sido muy amables con Evelyn. Enterrar a un bebe cuesta varios miles de dólares. Llamamos para ver si había algo que pudieran hacer. Sí, ellos le cobrarían $400. Evelyn pudo reunir $200 y mi junta directiva contribuyó el resto. Dejo que llore hasta que están secos sus ojos y le doy un momento para recuperar un poco de fuerza antes de decirle:

–¿Estás lista?

Ella dice:

–Sí.

Entramos entrelazadas de los brazos a la funeraria. Le pido a Evelyn que me espere en el pasillo. Entro a la oficina para decir que estamos aquí para recoger los restos de Stefani. El hombre despistado y descuidado dice que Evelyn necesita firmar unos papeles. Los papeles están en inglés. Me siento con ella y cuidadosamente interpreto lo que está en cada papel. Evelyn no escuchó ni una palabra pero igual firmó. Ella estaba muy lejos, su cara sonrojada y colorada de llorar. Ella solo quería irse de allí.

Al voltear a ver al hombre, notamos que tiene en su mano una pequeña caja blanca. Es una caja muy pequeña de Federal Express. Estoy en shock absoluto. No sabía que hacían cajas tan pequeñas. Miro la cara de Evelyn y noto su cara de incredulidad. ¿Cómo pueden ser tan insensibles y darle a una madre en luto los restos de su bebé en una caja blanca ordinaria de Federal Express etiquetada? Ay, Dios mío, voy a perder la cordura y darle a este tipo. ¡¿Que te pasa?! Me dan ganas de gritarle. ¿Cómo te atreves a entregarle a esta madre una caja de Fed Ex así?

Sé que me tengo que controlar. Esto no va a ayudar la situación. Le pido a Evelyn que me espere en el recibidor.

 


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