Cruzando Fronteras: Cinco historias anónimas de Central Islip High School

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Painting/"Voices United" by Gwynne Duncan

Long Island Wins y Herstory Writers Workshop orgullosamente presentan la primera instalación de Historias para la liberación, una nueva serie de emotivas historias individuales de nuestras comunidades inmigrantes.

Esta primera historia es parte de un mes de enfoque en los relatos desgarradores de cruzar la frontera y las decisiones difíciles, casi imposibles, que conducen a tal jornada. Las recuentan estudiantes anónimos de Central Islip High School.

Erika Duncan, fundadora de Herstory Writers Workshop, escribe:

“Es con tristeza, pero también con urgencia y orgullo, que compartimos de manera anónima las historias de cinco escritores que cruzaron la frontera, la mayoría solos, ya que no sería seguro para ellos compartir estas historias de una manera rastreable.

Nos imaginamos un tiempo en el que los estudiantes puedan reclamar sus historias nuevamente, con sus nombres conectados a ellas, cuando podamos reunir estas historias y muchas otras, en un libro con fotografías de estos héroes y juntos celebrar su heroísmo, espíritu y esperanza”.

Historia número uno—Nunca te olvidaré

Llegamos a una etapa en donde no nos imaginamos qué podría pasar al momento de descubrir cuál es la realidad del mundo. En ese momento no se te ocurre si podrías llegar a conocer la historia de la vida. Primero, permanecemos un tiempo dentro del cuerpo de otro ser humano. Puede parecer poco, pero para ese ser humano puede parecer muy largo el tiempo que tiene que esperar.

Así, llega el día en que tienes que salir de ese estrecho e incómodo lugar. El día en que tus padres lloran de felicidad y tú, gritas por la misma razón. Nueve meses por dentro es poco, pero son muchos años por vivir.

Nací un 13 de febrero de 1999. Mi padre, quien fue asesinado, decidió antes de morir que mi nombre debía ser Lesly Gertrudis Rodriguez Barillas, en honor a una tía que era monja. Mi abuela quería que me registraran como si yo hubiese nacido un 14 de febrero pero lo correcto es que te registren el día que en verdad naciste.

La vida en nuestros países es muy difícil. A causa de la mala economía, muchos corremos a alcanzar el sueño americano. Pocos lo logran, muchos mueren en el camino, en el desierto.

Pero venimos con un pensamiento muy negativo. Llegamos con el miedo de ser discriminados por ser hispanos o por no hablar el mismo lenguaje que ellos. Llegamos aterrorizados de vivir en un mundo totalmente diferente a nuestros países. Pero, aunque no es fácil, tampoco es imposible.

Muchas veces analizo cómo será esa vida, viviendo con personas distintas, con pensamientos diferentes al mío.

La ley de la vida es que nazcas, crezcas, te reproduzcas y mueras. Y aunque no sabes cuánto tiempo vivirás, la vida transcurre paso a paso y a la vez tan rápido, que es imposible valorar todo el tiempo que perdemos.

Pero deberíamos disfrutar nuestra etapa de la infancia porque muchos nacen día con día, pero mueren al instante y no tienen nunca la oportunidad de vivir, como la tenemos nosotros.

Mi infancia fue un poco desastrosa y triste porque no tuve la oportunidad de tener a mi padre a mi lado. Tenía ocho años cuando me enteré que a mi padre lo habían asesinado. Después de eso aprendí que la vida es difícil pero que todo se puede lograr y que puedes salir adelante si tú te lo propones.

Tenía 16 años cuando le pedí a mi madre que me trajera con ella porque quería conocerla. “Déjame ver qué puedo hacer”, me dijo, “porque se necesita mucho dinero para algo así”.

“Está bien”, le dije, “espero su respuesta”.

Al pasar el tiempo comencé a analizar que si me venía para acá dejaría a mi abuela sola. Ella es como mi primera madre, alguien que me dio mucho amor.

A los tres meses de haberle comentado a mi mamá acerca del viaje, sonó el teléfono mientras yo estaba sentada al lado de mi abuela en la sala de mi casa. Al ver el teléfono, vi que era mi madre quien llamaba. Sintiéndome un poco triste, le contesté.

“Hija”, me dijo, “prepárese porque sale el lunes”.

Yo, muy sorprendida le conteste, “Mamá, yo ya no me quiero ir.”

“¿Por qué?”, me preguntó.

“Porque mi abuela está muy enferma y no sé si la voy a volver a ver o cuándo pueda regresar.

Yo no estaba segura de poder hacerlo, pero si tenía la ayuda de Dios y de mi abuela, sabía que lo podía lograr. Mi abuela me decía que tenía miedo de que me viniera porque el camino es muy peligroso. Yo tenía mucho miedo también porque escuchaba muchos rumores de la gente acerca de que violaban a las mujeres en el camino.

Tomé la decisión de enfrentar mi destino, dejando a familiares y seres queridos para tener una nueva vida con personas muy diferentes. Salí un 18 de diciembre de 2015, a la 1:00 a.m. Ese día sentí un gran vacío en mi corazón al saber que dejaba a mi abuela. Ella me acompañó hasta el lugar donde me encontraría con “el coyote”, como comúnmente le decimos en nuestros países a quienes hacen este tipo de trabajo. Pasaron aproximadamente 4 o 5 horas cuando el señor decidió comenzar con el viaje.

Nos teníamos que ir en autobús a México. Al momento de partir, mi abuela tenía mi mano fuertemente apretada. Cuando estaba a punto de subir al autobús me susurro al oído: “No me olvides, recuerda mis palabras, mis consejos y regaños. Llámame cuando te sientas sola, recuerda que siempre seré tu abuela, tu madre, tu confidente”.

Sólo vi sus ojos con lágrimas y la abracé fuertemente diciéndole, “Claro que nunca te olvidaré, siempre estarás en mis pensamientos y haré todo lo posible por ayudarte y por poder sacarte adelante porque no tengo cómo agradecerte todo lo que has hecho por mí”.


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2 Comentarios

  1. As a mother and a grandmother, my heart wants the best life for my grandchildren. The parents unselfishly gave to the child their heart. May this child see the best, and be able to give a heart to others too. Thank you for sharing. God Bless.

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